RENEÉ VIVIEN

Londres-Inglaterra, 1877-París-Francia, 1909

LOS SERES DE LA NOCHE

Los Seres de la noche y los Seres del día
Se reparten, por turnos, desde antaño mi alma.
Los Seres de la noche me hacen temer el día.

Pues los Seres del día son triunfantes y libres,
Ningún horror secreto hace vibrar sus fibras.
Tienen el mirar limpio de los que nacen libres.

Los Seres de la noche, lentos, pasivos, dulces,
Tienen alma de río sosegado y oscuro.
Sus gestos son furtivos y sus risas son dulces.

Mas los Seres del día tienen pupilas claras,
De ese azul que ve sólo un águila en su cielo.
El día da esplendor a pupilas tan claras.

Son los vívidos ojos de héroes y de reyes
Del Norte, que se ríen en sus palacios gélidos,
De reinas cuyas almas dominaron a reyes.

Los Seres de la noche son cautos: en la sombra,
Fósforo misterioso se enciende en su mirada.
Los Seres de la noche sólo habitan la sombra.

Los Seres de la noche, débiles, deliciosos,
Hacen errar, pues son amantes fugitivos,
Amantes con entrañas pérfidas, deliciosas.

Desvían, en el beso, su muy frígida boca
Y flaquea su paso como en un gesto huraño.
Sólo se bebe un beso mentido de su boca.

Temerás la atracción de los Seres nocturnos.
Pues su cuerpo flexible resbala entre los brazos
Y huye: su amor es sólo mentira de la noche.

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