MARCELINE DESBORDES-VALMORE

Douai-Francia, 1786-París, 1859

RENUNCIAMIENTO

Perdonadme, Señor, mi semblante afligido;
bajo la feliz frente colocásteis las lágrimas:
de tus dones, Señor, es el que no he perdido

Don menos codiciado, quizá sea el mejor
Yo ya no he de morir en vínculos de encanto;
os los devuelvo todos, ¡ay, adorado Autor
para mí sólo tengo la sal que deja el llanto!

A los niños las flores, a la mujer la sal;
para que limpiéis mi vida he de entregaros,
cuando esta sal, Señor, lave mi alma, lustral,
volvedme el corazón, para siempre adoraros

Toda extrañeza mía del mundo se ha extinguido
y se despidió el alma dispuesta a volar
para alcanzar el fruto, al misterio cogido,
que la púdica Muerte sólo ha de cosechar

Señor, con otras madres sé tierno mientras tanto,
por la tuya y por lástima de esta pena que ves...
Bautízales los hijos con nuestro amargo llanto
y levanta a los míos caídos a tus pies.

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