AQUILINO VILLEGAS

Manizales-Colombia 1880-1940


BALADA DE LA MALA REPUTACIÓN


Turba de burdos y patanes,
canalla vil de altos y bajos,
especiaeros ricachos, truhanes,
letrados sin letras, pingajos,
voy a hablaros sin ton ni son
y sin muchísimos afanes
de mi mala reputación.
Por Apolo y sus santos manes
juro, burgueses, estropajos,
inmundos, judios, gañanes
periodistas que me daís tajos
rudos, vendidos arrendajos,
juro, repito, que razón
teneís en hablar, perillanes,
de mi mala reputación.
Yo piso la tierra, rufianes,
duro y seco; no los cascajos
hieren mis plantes que titanes
graves destripan renacuajos,
por caminos y por atajos
sin ninguna mala intención.
No me guardo con talismanes
de la mala reputación.
Mi lengua azota, ganapanes,
y espolvorea los andrajos
de vuestras almas; mis desmanes
son caramines espantajos
que me quitan los calandrajos
de delante; tenéis razón
en helaros hasta los cuajos
por mi mala reputación.
Envío:
¡Príncipe! Echame diez jayanes
a las barbas, o una legión
de piojosos y hambrientos canes:
¡guay! con los fieros ademanes
de mi mala reputación.
Los estetas pelafustanes
que vaís royendo los zancajos
a una plebe de almas inanes
cuyo espíritu, cual dormajos
inmundos, huele a cebo y ajos,
prestadme también atención
que allá va el hueso, horda de canes,
de mi mala reputación.
Y los que escondéis entre olanes
un alma medioccre, de bajos
sueños, alma de sacristanes;
los que apagáis entre lazajos
rojos y rezos, y cintajos
los latidos del corazón,
creed ¡oh dulces alacranes!
en mi mala reputación.
Sople, soplen los huracanes
sobre mi frente, que los gajos
de los enhiestos arrayanes
aman tan solo, y no los bajos
líquenes pisados de grajos.
Como el ápice de un peñón
que me azoten los huracanes
de mi mala reputación.

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