JORGE ROBLEDO ORTIZ

Santa Fe de Antióquia-Colombia, 1917-Medellín, 1990 


SIN LUZ



Cómo duele la noche

cuando tu voz se curva
fría de indiferencia lo mismo que una hoz;
Cómo duele la vida
cuando alzas tus palabras
sin caridad ninguna contra mi corazón.
Cómo duelen tus ojos
cuando clavan su hastío
-desnuda hoja de acero- sobre mi adoración.
Cómo duele esta angustia
de saberte lejana
llevándote en la sangre como se lleva a Dios.
Cómo duelen tus labios
cuando muerden el aire
para romper los hilos sencillos del amor.
Cómo duele tu risa
cuando cruza insensible
los abismos sin fondo de mi nuevo dolor.
Cómo duele tu pelo
cuando agita en el viento
la negación del trigo bajo el casco del sol.
Cómo duele el milagro
de tu nombre pequeño
cuando enciende nostalgias en mi inútil canción.
Cómo duelen tus brazos
-danzarines de nardo-
entre los bastidores de mi renunciación.
Cómo duelen tus manos
esas manos que un día
sobre lino bordaron mi callada ilusión.
Cómo duele tu ausencia
tan alta de silencios
que empinándose, casi ya toca mi dolor.
Cómo duele la tarde
cuando al norte del canto
ya no alumbra el lucero que orientaba mi voz.
Cómo duele, pequeña,
esta espina clavada
en el sitio donde antes existió el corazón.
Cómo duele tu nombre,
cuando contra la mía
se cumple inexorable la voluntad de Dios.

SONETO ABIERTO

Esta paz ya es calvario, la patria ya no es patria,
Este amor que nos mueve es un amor vacío,
Ya el cielo de los pueblos no se baña en el río
Ni le reparte trinos a la vieja campana.
Ya no hay calor humano en la humilde cabaña
Donde el fogón y Cristo agonizan de frío,
Ya el camino no llega sin sangre al caserío
Ni el pan llega a los hijos sin su ración de lágrimas.
Esta patria nos duele en la sangre, en los huesos,
En las cenizas de los padres, en las cometas de los nietos
Y en la savia que huye escondida del sol.
Nos cambiaron la patria, amigo presidente,
Y, aunque no lo admitamos, ya comprende la gente
Que mientras perdonamos nos secuestran a Dios.

ROMANCE DE LA NOSTALGIA

Tu ausencia me está sangrando
Por la herida del recuerdo.
Mi juventud te persigue
Por los caminos del sueño,
Y cuando estás más distante,
Más cerca del alma siento
Que florece la nostalgia
Sobre el tallo del tormento.
Tu nombre como una espina
Llevo clavado en el pecho.
Y aunque sé que él es la causa
De este cruel desasosiego,
En vez de arrancarlo airado,
Cierro los Ojos y pienso
Que al corazón no le importa
La lógica del cerebro.
Bien sé que ya no eres mía
Y que otro se llama dueño
De ese milagro trenzado
Sobre tus negros cabellos.
Pero si tú y el destino
Cancelaron mis anhelos,
Ni él ni tú podrán quitarme
Este recuerdo moreno.
Recuerdo de aquellas horas
Que ya cayeron en el tiempo.
De esos instantes felices
Que por felices huyeron.
De la novia en cuyos ojos
Siempre vestidos de duelo,
Parecían guardar luto
Riguroso dos luceros.
Hoy no estás en mis retinas,
Pero te tengo aquí dentro,
Como una flor de nostalgia
En la solapa del sueño.
Aún te miro en la quimera,
Te persigo en el recuerdo,
Y siento crecer tu voz
En la selva del silencio.
Primera novia. Imposible
Talado en carne de ensueño.
Amor que dejó en el alma
Perfume de limonero.
Pequeña ilusión de trenzas.
Dulce milagro moreno
Que nos abrió una ventana
A los jardines del cielo.
Romance de la nostalgia.
Vago perfil de un recuerdo
Que se aferró al corazón
Para vivir como un cuento,
Al lado de Blanca Nieves,
De Aladino el Hechicero,
Y de las Hadas Madrinas,
Que miran por los luceros.

SIMPLICIDAD

Es tan humano este dolor que siento.
Esta raíz sin tallo florecido.
Este recuerdo anclado al pensamiento
Y por toda la sangre repetido,
Que ya ni me fatiga el vencimiento,
Ni me sangra el orgullo escarnecido.
Mi corazón se acostumbró al tormento
De perder la mitad de su latido.
Ya mi rencor no exige la venganza.
Aprendí a perdonar toda esperanza
Como un bello pecado original.
Llevo en las manos tantas despedidas,
Y en lo que fue el amor tantas heridas,
Que me he tornado un hombre elemental.

QUÉ HORRIBLE ES EL OLVIDO

¡Qué horrible es el olvido!
Ver la mujer amada
Y no sentir que el alma
Se curva de dolor.
Cuando cerca a su nombre
No nos punza la espina,
Ya no vale la pena
Nuestra estéril canción.
¡Qué horrible es el olvido!
Saber que la quisimos
Y que sigue en la sangre
Sin producir dolor.
Cuando nos resignamos
A vivir con su ausencia,
Es porque ha envejecido
Por dentro el corazón.
Y entonces, ya la vida
No vale una canción.

Comentarios