RICARDO CARRASQUILLA


Quibdó-Colombia, 1827 - Bogotá, 1886

UN BUEN MÉTODO DE VIDA

Madruga a las diez don Blas,
dura almorzando una hora,
y en vestir no se demora,
pues gasta tres cuando más.

Sale a la buena de Dios,
muy peripuesto y muy tieso,
y en la barra del congreso
se está mientras dan las dos;

Y en tanto que dan las tres,
para abrir el apetito,
toma en la fonda un traguito
salchichón y pan francés;

Y luego canta un rondó,
mientras ponen la comida,
o a don Farruco convida,
y juegan al dominó.

Deja el juego al calcular
que está la comida puesta,
come bien y duerme siesta
hasta el tiempo de cenar.

Si en comer es moderado,
es parquísimo en la cena:
se toma una taza llena
de café, y un pollo asado,

Un buen trozo de jamón,
dos panes, dulce de fresa,
y fuma de sobremesa
un cigarro de Girón;

Y un poco antes de acostarse
suele leer la gaceta,
porque dice que es receta
que le impide desvelarse;

Y con esto, y un bizcocho,
y una copa de jerez,
ronca bien desde las ocho
hasta el otro día a las diez.

MI SOBRINO

En casa tengo un sobrino
que se graduó de doctor,
y que charla con furor
y empuerca papel sin tino.

Ha perdido la chaveta,
y hace versos a millones,
y los nombra inspiraciones
o caprichos de poeta.

Llama azote el arriador,
acicates, las espuelas,
perlas los dientes y muelas,
sonoro parche, el tambor;

A los caballos, corceles,
mansas liebres los conejos,
y los más tristes gozquejos,
ejercitados lebreles;

Querubes, los querubines,
el mar, Ponto embravecido,
los amoríos, Cupido,
y los pescados, delfines;

La totuma, hirviente copa,
la chicha, licor de oro,
las lágrimas, triste lloro,
y undoso manto, la ropa;

La ortiga verde tomillo,
el caño, limpio arroyuelo,
la mujer, hurí del cielo,
y la flauta, caramillo;

Al bababuy, ruiseñor,
canario, al cucarachero,
al chirlobirlo, jilguero,
y al gallinazo, cóndor.

Mi sobrino no trabaja,
come como un sabañón,
y duerme como un lirón,
y mil petardos me encaja.

Yo lo suelo regañar;
que me come medio lado
le digo; y él muy airado
jura que se va a matar,

Porque la vida le pesa,
porque a sufrirla no alcanza;
mas tengo poca esperanza
de que cumpla su promesa

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