SILVERIA ESPINOSA DE RENDON

Sopó-Colombia, 1815- Bogotá, 1886

¿VIVIR?


Vivir?, vivir? Y para qué Dios mío?
Dónde está el bien en esta ingrata tierra?
dónde la lucha en la constante guerra
que sufre y que destroza el corazón?
Vivir sin esperanza, sin amores
siempre aguardando en la mansión terrena
esa fuente de paz dulce y serena
que ahuyente del alma la aflicción.
Vivir como vive en el olvido
la solitaria flor de la montaña
y perecer como la débil caña
que arrastra en su aluvión el huracán.
Esa es la historia de la raza humana
de nuestra vida la cansada historia,
amor, tristeza, paz, honor y gloria
todo mentira, todo vanidad.
Y si doblamos ante el dolor la frente
y un horizonte de dicha divisamos
pasa un instante, Oh Dios, y solo hallamos
luto, amargura, llanto y soledad.
Mentira la esperanza lisonjera
que a nuestra mente cándida fascina,
que arrebata, seduce y alucina
con su mirada el pecho juvenil.
Mentira todo cuanto ven los ojos
y cuanto palpan las terrenas manos,
necio el que busca los consuelos vanos
que ofrece a la existencia el mundo vil.
Pero verdad, verdad consoladora
que a estos años de afán y de tormento
a esta vida de lucha y sufrimiento
otra vida feliz sucederá.
Una vida en que el alma enamorada
ha de encontrar del amor la eterna fuente
y al apagar su sed pura y ardiente,
sin acabarse nunca saciará.
Para vivir así, Dios de mis padres,
mi buen amigo y generoso dueño
por eso vivo el triste y largo sueño
que el mundo llama mísero vivir.
Que allá muy pronto encontraré dichosa
al buen amigo por quien triste lloro
que fue mi dicha, mi orgullo y mi tesoro
y cuya ausencia amarga mi existir.
Que allá bien pronto el llanto que derramo
los suspiros que exhala el alma mía
mi inconsolable pena, mi agonía
me alcanzarán tu bendición Señor
Padezca, pues, el corazón amante
inúndense de llanto mis mejillas
Te pido, Oh Dios, y de rodillas
te adoro y te bendigo en mi dolor.

ANTE EL SAGRARIO

Mientras más me castigas, más te amo,
y mientras más me afliges, más te quiero,
y mientras más me quitas, más espero,
y más y más tu aprobación reclamo.
Mientras más desolada, más te llamo,
aunque te muestres más y más severo,
y aunque sólo por ti de angustia muero,
sólo a tus pies mis lágrimas derramo.
No me ocultes más tiempo tu presencia,
no aumentes con tu enojo mis dolores,
no dejes sin tu amparo mi existencia,
porque a pesar de todos los rigores
con que me aflige aquí tu providencia,
tú eres mi Dios y todos mis amores

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