JOSÉ MARÍA QUIROGA PLÁ

Madrid-España, 1902-Ginebra-Suiza, 1955

EN EL BALCÓN


En el balcón está puesta de codos,

asomada a esta noche en que la aguja

magnética del ansia, terca, en todo
los rumbos del cuadrante te dibuja.

¿Por qué cristal me ves? ¿Tras de qué reja
un sollozo de amor te quiebra el pecho?
Entre tapias con luna, ¿qué calleja
guarda en jaula de tórtolas tu acecho?

En qué silencio de ciudad dormida,
ciego y sordo, buscándote me pierdo
(¡andar y andar!) por calles sin fachadas.

¡Hallarte y recobrarte! A la ancha vida
salir, de los profundos del recuerdo,
por las puertas del sueño... Están cerradas

CUANDO TE VUELVA A ENCONTRAR...

3

CUANDO te vuelva a encontrar,
mañana, esta tarde, acaso
dentro de un mes, ante un vaso,
en el cine, en un bazar,

quién sabe si en la parada
de un autobús… Bastará
una sonrisa quizá,
apenas una mirada,

y, como dos colegiales,
nos iremos de la mano,
a descubrir otra vez,

bajo los arcos triunfales
del atardecer urbano
el mundo en su desnudez.

TE DIGO ADIÓS, PERO SÉ...
2

TE digo adiós, pero sé
que a la vuelta de la esquina
tu vuelo de golondrina
de nuevo saludaré,

ubicuo, mi compañera,
fiel, perenne poesía
que traspones cada día
a clave de primavera,

y de mi sueño en el fondo
abres tu mirar redondo
que ve por primera vez

cuanto su claridad toca,
inventando beso y boca,
ojo, estrella, mar y pez.

DESPEDIDA DESESPERANZADA

Con esta declaración, "Despedida esperanzada", cierro esta realidad reflejada con la que la muerte me obligó a abandonar vuestro mundo, pero no el mundo. Tres poemas que son el epílogo del libro y prólogo de este largo epílogo del exilio definitivo.

1

AQUÍ se acaba el camino.
Otro empieza. Y otro día.
Te digo adiós, Poesía…
no de a nunca más ver, sino

adiós hasta la primera
esquina del juego eterno
que corre de estío a invierno
y de otoño a primavera,

centrando, en el cotidiano
ir y venir del saber
vivir, soñar y esperar

que donde corte lo humano
zampoñas de su alcacer
te oiré, Poesía, cantar.

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