LEO LARGUIER


La Grand-Combe-Francia, 1878 -París, 1950 


PENSAMIENTOS DE LA TARDE

Sentado a la ventana, pensativo, en un noble
sillón de mis abuelos, viejo sillón de roble,
siento á la tempestad batir mi humilde casa;
suben espesas nubes al horizonte, en masa;
de alguna tienda obscura sale rápidamente
una vieja, y el rústico zapatero de enfrente,
con quien, de chico, hablé tantas veces, airado
sale á empujar la puerta que el viento le ha cerrado.

Está lloviendo... Estoy solo... Pienso en mi vida.
Pasarán años... treinta : y en una parecida
tarde lluviosa, en casa me veo, al cabo de ellos,
casi lo mismo, blancos del todo mis cabellos.

En casa quiero estar : veré, por la vidriera,
de las húmedas parras cómo cae volandera
una hoja que, lenta, va á posarse en el banco;
y vendrá un leñador por el camino blanco,
con su haz de leña á rastras, mojado, por la herbaza,
y la fuente veré, la solitaria plaza,
y tal vez, como ahora, oiré el rumor que mueven
algunos aldeanos que en la taberna beben
á la salud de la tabernera, calmosos,
tocadas las cabezas con sombreros terrosos.

Presiento de aquel día la solemne hermosura.
Veo mi frente gris, mi negra vestidura,
mis muebles, colocados como están, una espesa
rama junto á los vidrios, mis cuartillas, mi mesa,
y allá en el fondo oscuro surgiendo deslumbrantes,
mi orgullo y prez, mi santa labor de cada día,
con sus títulos de oro graves de poesía
los libros de mis versos, todos, en los estantes!

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